EATAS (2008). Maedaya Sake Bar. Melbourne (Australia).
texto: Lola Puértolas.
En Maedaya lo importante es el sake; el sake y sus circunstancias, la cuerda, la madera, el hormigón, sus recipientes y, por supuesto un toque de imaginación; el resto está de más. Tradicionalmente el sake se introducía en pequeñas tinas de madera llamadas yoshino que se forraban con papel de arroz y se aseguraban atándolas con cuerdas para una perfecta conservación. Y es precisamente una reinvención moderna del concepto atar la que sirve como hilo conductor de este proyecto, de ahí el uso de las sogas. Los proyectistas diseñaron un espacio diáfano, conformado por una sucesión de cuerdas de manila tensionadas, para reproducir la típica casa de té japonesa con cubierta a dos aguas. La separación de los cabos, de algo más de un palmo, se calculó para permitir el almacenaje del amplio número de botellas que se exhiben en el local. Todo esto se adornó con un sofisticado sistema de iluminación mediante LEDs que permite resaltar las más importantes. El resto del mobiliario - barra, mesas y sillas - es de madera, entendida como un símil de la vegetación, un elemento natural importantísimo en la tradición culinaria nipona. El suelo se hizo de un hormigón pulido muy neutro, y las paredes y techo se pintaron de negro mate para que resaltaran lo mínimo posible. En contraposición a la planta de acceso, el piso superior se planteó como un espacio minimalista y humilde. Aquí lo importante era la comida, no el ornamento. Para ello, son suficientes unas paredes blancas, un suelo de madera japonesa teñida de negro, algunos bancos corridos también de madera y varios baldaquines de acero inoxidable. Todo lo demás sobra, todo menos el sake.
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