El estudio AAArchitects fue el encargado de actualizar el diseño del auditorio del Real Instituto de Ingenieros de Holanda, situado en un edificio histórico de 1963 en el centro de La Haya (Holanda).
El leitmotiv del equipo fue mantener el estilo sobrio del edificio, conservando y recuperando los elementos originales de los sesenta, para fusionarlos con otros nuevos. Los autores reciclaron el suelo de parqué de wengué, oculto bajo una moqueta, y la pared de piedra, que con el paso del tiempo había adquirido matices azules, grises y verdes. De hecho, los elementos originales fueron el punto de partida para la renovación. A partir de ahí, se diseñó todo el interior.
Todos los cambios están enfocados a mejorar la acústica del espacio, desde los muebles tapizados hasta los revestimientos. Se diseñó una nueva puerta corredera tapizada con capitoné en un material que imita la piel, en color crema (y ayuda a insonorizar el espacio) y se reforzó el aislamiento del techo. Utilizaron el wengué del techo para revestir parte de las paredes y junto a la diseñadora Petra Blaisse fabricaron dos cortinas con tulipanes estampados en blanco sobre la parte opacante y en negro sobre el velo semitransparente. De esta forma se consigue que durante el día, cuando las cortinas estén superpuestas, los tulipanes aparezcan iluminados sobre el velo, y al encender las luces del auditorio por la noche, se apaguen lentamente y surja una veladura blanca con ojales metálicos.
Las protagonistas del espacio, sin embargo, son las 94 lámparas suspendidas del techo, creando un efecto escultórico en la sala. La distancia entre las filas de luminarias va disminuyendo en la zona de los ponentes y, por su exterior de fieltro, aportan una mayor calidez al ambiente.